
¡Hola! Soy Anna, nacida en Bielorrusia, y mi esposo es chileno; hoy vivimos en Santiago. Queremos compartir con ustedes no solo dulces, sino el sabor de mi infancia.
Estos pastelitos son recuerdos de la cocina de mamá: el aroma recién horneado, charlas junto al té y la alegría de lo sencillo—galletas, cacao caliente y abrazos.
En un mundo acelerado, recordemos que la felicidad está en las pequeñas cosas compartidas.
Todas las galletas las horneé yo misma, con ingredientes naturales y mucho amor, tal como nuestras madres enseñaron. De corazón a corazón, sin fronteras solo amor.

Gena y Cheburashka son personajes de un dibujo animado muy querido por quienes crecimos en los años 80 y 90. En esa época, los dibujos animados se transmitían solo una vez por semana o en días festivos, y cada episodio era todo un acontecimiento.
Cheburashka es un personaje peludo, con orejas grandes, que accidentalmente llegó al mundo de los humanos. Guena es un cocodrilo amable que trabaja en el zoológico. Juntos construyen la “Casa de la Amistad”, ayudan a sus amigos y sueñan.
Los elegimos porque representan la felicidad simple: estar juntos, ayudar, creer en la bondad. Eso es justamente lo que queremos transmitir con nuestros postres. Sin fronteras, sin política, simplemente — para compartir calidez.
Gracias por visitarnos
Para nosotros es muy importante que hayas leído esta historia, que hayas conocido un poco más sobre nuestros dulces y que hayas compartido con nosotros estos minutos. Si quieres hacer una pregunta, dejar un comentario o escribirnos unas palabras de cariño — ¡estaremos encantados de recibirlas!
(Nuez)
Pastelito “Oreshek”
Ingredientes: harina, mantequilla, azúcar, huevo, leche condensada cocida
Información nutricional (por 1 unidad, ~30 g):
Calorías: 130 kcal
Proteínas: 1,5 g
Grasas: 7,5 g
Carbohidratos: 14 g

Los “Oresheki” son pequeños dulces llenos de recuerdos. Siempre estaban en la mesa de las celebraciones cuando yo era niña. En los cumpleaños, en las bodas, en las “grandes reuniones familiares”. Cada mamá cuidaba su molde para orejas — pesado, de metal, con dibujos por dentro.
Recuerdo cómo mi mamá lo ponía directamente al fuego, presionaba las mitades de la masa, y luego lo abría — las mitades salían calientes, doradas, con un aroma a mantequilla y algo muy familiar.
Después venía la parte más “mágica”: la leche condensada cocida. Se cocinaba durante horas, en su lata, en la olla, siempre vigilando que el agua no se evaporara. Yo me sentaba al lado, espiando la olla, esperando — ¿cuándo la abrirán? ¿cuándo podré probarla?
Las “nueces” se unían con esa leche condensada espesa, ámbar, y se colocaban en un plato — y siempre eran las primeras en desaparecer. Porque estas galletitas no solo eran deliciosas, eran “de fiesta”, especiales, esperadas.
Hoy las hice yo misma: horneé cada mitad con mis propias manos, puse el relleno una por una. Para mí es importante que cada “oreshek” sea honesto, auténtico, lleno de calidez.
Drirán? ¿cuándo podré probarla?

(Hormiguero)
Pastelito “Muraveynik”
Ingredientes: galletas, leche condensada cocida, mantequilla, virutas de chocolate.
Información nutricional (por porción, ~30 g):
Calorías: 120 kcal
Proteínas: 1 g
Grasas: 6,5 g
Carbohidratos: 14 g

El “Muraveynik” es un pastel que se arma como una pequeña escultura dulce. Se prepara con migas de galletas mezcladas con leche condensada cocida y mantequilla, se forma en forma de montañita y se espolvorea con virutas de chocolate, “como si por encima corrieran hormigas”.
Es un postre que no necesita horno, pero siempre sorprendía a los invitados. En nuestra infancia lo hacían para los cumpleaños, para recibir amigos, o simplemente — para alegrar a los seres queridos.
Yo también hice este “Muraveynik” con galletas caseras hechas por mí. Horneé las galletas yo misma, para que el sabor fuera realmente “casero”, como antes. Sin productos industriales, solo mis manos y ingredientes de confianza.
El “Muraveynik” no es solo un postre. Es una historia de cómo con cosas simples se puede crear algo hermoso, de cómo la alegría nace en los pequeños detalles.

(Patata)
Pastelito “Kartoshka”
Ingredientes: galletas, leche condensada cocida, mantequilla, cacao, vainilla.
Información nutricional (por 1 unidad, ~30 g):
Calorías: 115 kcal
Proteínas: 1 g
Grasas: 6 g
Carbohidratos: 13 g

El “Kartoshka” es un pastelito de chocolate que parece una pequeña papa. En los años 80 y 90, era un postre que se preparaba en todos los hogares y se vendía en las cafeterías escolares.
De pequeños, el “kartoshka” solíamos prepararlo en casa — lo moldeábamos con nuestras manitas, lo rebozábamos en cacao, intentando que todos quedaran iguales, aunque cada uno tenía su propio encanto. El rebozado parecía casi mágico: hace un momento era una bolita clara, y de repente — un milagro de chocolate, como en una pastelería de verdad.
El “kartoshka” se hacía normalmente con migas de galleta, leche condensada cocida, mantequilla y cacao. Usar galletas compradas hacía el proceso más fácil, pero las caseras le daban un sabor más intenso, más cercano a esos recuerdos donde todo se hacía con las propias manos.
Este pastelito habla de ese pequeño orgullo: cuando de algo simple surge, de pronto, algo bonito, festivo, propio.

(Salame de Chocolate)
Pastelito “Kolvaska”
Ingredientes: galletas, cacao, mantequilla, leche, azucar y nueces
Información nutricional (por 1 porción, ~30 g):
Calorías: 125 kcal
Proteínas: 1,2 g
Grasas: 7 g
Carbohidratos: 13,5 g

La “kolbaska” de chocolate es un dulce que saca sonrisas. El nombre suena gracioso, y su aspecto aún más: un rollito de chocolate, con trocitos blancos de galleta dentro, como la “grasa” al cortar una salchicha. Pero para nosotros, los niños de los 80 y 90, no era una broma — era una fiesta.
La casa olía a cacao, mamá mezclaba los ingredientes, y los niños estábamos al lado suplicando: “¿Puedo lamer la cuchara?”. La mezcla se ponía sobre film plástico, se enrollaba en forma de “salchicha”, se apretaba bien — y al refrigerador. Esperar se sentía eterno. ¿Ya endureció? ¿Ya podemos?
Después se cortaba en rodajitas — y cada pedazo parecía algo especial. Un pequeño milagro hecho de simples galletas.
Hoy preparé la “kolbaska” como la recuerdo de mi infancia. La “kolbaska” no es perfección. Es la alegría de compartir, el “¿quieres un pedacito?”.
